Restaurante This&That. Una visita más que anunciada.

Llevaba varios meses ya con el run-run de una visita, y es que cuando los conocí en la Fira Avícola de El Prat de Llobregat me encandilaron con su canelón de Pota Blava con salsa cantonesa y setas shimeji. La guinda de seducción inconsciente que me venían aplicando fue saber que celebraban ya un año de vida. Un año en el que This&That había logrado convertirse en must por antonomasia de la gastronomía de l’Hospitalet.

La tercera variable que me terminó de facilitar la visita fue la recién estrenada línea de metro L9 que une el aeropuerto de El Prat con Barcelona, pasando por Hospitalet. A 5 minutos, hay una parada de metro de esta línea. Y a 5 minutos de mi casa, otra. El matrimonio iba a ser irremediable.

El mejor restaurante de Hospitalet

Nos atendió Mónica, con la sonrisa y encanto que ya recuerdo de la Fira. Y eso que el local presentaba un lleno importante. El restaurante es un pequeño pero muy bien aprovechado lugar: una mesa grande para grupos, que bien seguro voy a pedir en el futuro para sorprender a amigos y familiares; una mayoría de mesas de 2 estrechas pero largas, aprovechando al máximo el espacio de la sala aunque distanciando a los comensales; y un par de mesas altas para una cena más exprés y amena. Os recomiendo echar un vistazo a la review de los inicios de This&That que hicieron los colegas de Hospitalet Gastronòmic para ver lo fuerte que ya empezaron y lo bonito del lugar.

La decoración tiene un agradable mix de modernismo y aires nórdicos/maderas pero sin llegar a la ya cansina mitosis decoracional de locales en los que parecen unos ya copias de otros. La luz es agradablemente ténue, aunque en según qué zonas (y para las fotos), hay una ligera falta de ésta.

La carta y el restaurante

A lo importante, ¿qué se oficia allí? Juan Pablo Carrizo, chef y propietario junto a Mónica, viene de restaurantes como El Bulli, El Celler de Can Roca, Berasategui… así, uno recibe en This&That felicidad a base de pequeñas grandes elaboraciones en las que saltar lágrimas de aprobación y gratitud será lo más irremediable.

Las nuestras, fueron consecuencia de lo siguiente:

Tartar de vieiras con lima y aguacate. Un sencillo pero precioso y equilibrado tartar de vieiras. Lo divertido de acidularlo in situ al arrastrarlo con la boca por la lima me pareció interesante y curioso a partes iguales. Empezamos genial.

Ceviche de pez mantequilla. Un agradable y vistoso ceviche al que le encontré un ligero defecto de acidez que habría dado mayor efecto al ceviche: ejercer de entrante y calentar el paladar generando voluntad de ingesta. Correcto.

Flor de cebolla rebozada con mayonesa de curry y trufa. Una agradable sorpresa, una mayonesa golosa y que aporta la untuosidad que pide la cebolla. Un buen entrante también, lástima de las hojas más externas y el amargor de estar más quemadas.

Tataki de salmón con hummus, cebolleta japonesa y yakiniku. Precioso, colorido, full equip de sabores y texturas. El salmón queda algo escondido por la potencia umami de la yakiniku que con un poco más de mesura lo equlibraría. Excelente trabajo.

Pulpo a la parrilla con cremoso de patata y salsa kimchi. Espectacular. Mi corazón se quedó en ese plato. Volveré a por él.

Ciervo con salsa de frutos rojos. Un sorprendente para-nada-duro (por ser caza) plato de ciervo con una dulzona pero correcta demi glace con frutos rojos. Precioso, otra vez.

Rodaballo. Ofrecen pescado según mercado, cosa que me parece excelente, y, en nuestro caso, tuvimos la suerte de poder degustar un fantástico rodaballo asado en plancha con una crema de calabaza, judía verde y yakiniku. Perfectos acompañamientos donde está claro quién debe ser el protagonista.

A todo ello, le sumaremos 1 botella de vino blanco albariño 8 PATAS, 1 botella de agua, cafés y postre. El tíquet final subió a 86 euros, un precio bastante correcto para el nivel de elaboraciones y la cantidad de éstas pedidas.

En resumen, This&That me parece una sorpresa agradable que demuestra, y me alegra que lo hagan, el nivel altísimo de cocina que existe a las afueras de Barcelona. Sus elaboraciones no tienen nada que envidiar a muchos de los restaurantes venerados y ensalzados (con méritos, está claro; otros no tanto) en la capital por bloggers, revistas y demás publicaciones gastronómicas. Adicional es su servicio, ameno, amable y correcto. Una local pequeño pero gustosamente decorado y estructurado redondean la experiencia. Feliz, porque ya tengo un nuevo restaurante de cabecera al que acudir a curar mi hambruna y a seguir malcriando mi paladar.

Mis nuevos vecinos preferidos.