Santa Burg. Las hamburguesas gourmet de Alain Guiard

DE LA MUNDANA A SANTA BURG
(O de la vermutería gastronómica, a la hamburguesería gourmet)
Desde ese ya lejano 2011, Alain Guiard (La Mundana) tuvo clara su voluntad de centrar parte de su recorrido profesional en el mundo carnívoro con la apertura del primer Santa Burg, su primera hamburguesería gourmet en Barcelona en el barrio de Sants. Cinco años después, el éxito de la aventura se materializó en un segundo local, el de la calle Valencia, donde decide evolucionar y potenciar la idea de una carne soberbia complementada con una excelente propuesta de side dishes y coctelería. Todo ello apostando por una cocina non-stop y un concepto más informal y urbano.
Si con La Mundana ha logrado crear una fascinante vermutería bistronómica, con Santa Burg consigue elevar la hamburguesería a irremediable spot gastronómico.

Una historia real de alguien que muy esporádicamente busca en una hamburguesa su siguiente aventura gastronómica. Y salí, con entusiasmo, dando palmas con las orejas.
LA PROPUESTA GASTRONÓMICA
Su oferta gastronómica, como decía, se nutre de hamburguesas gourmet de carne de ternera dry aged, butifarra, pollo, roast beef, costilla de cerdo, salmón, vegetarianas… con cinco tipos de pan distinto (pan de hamburguesa, pan para celíacos, pan de coca, bagel o frankfurt). Todo ello acompañado de platos de alto nivel, gustativo y visual, como el pepito de ternera y foie, los nachos con guacamole o su flamante steak tartar trufado.

Y un addendum muy grato: su coctelería. Marta Bini gestiona la oferta de cócteles, bien sea para marinar con la comida bien para tomar como afterwork o post-cena. Una propuesta que rara vez me seduce (la del marinar) pero que me sorprendió enormemente: combinaciones superpersonales y ricas bien aconsejadas para tomar según los platos que habíamos pedido. Reconciliado salí.
COMER EN SANTA BURG
Arrancamos con unos preciosos nachos con guacamole, servido éste último en un bol tipo mortero que lo dotaba de estética. Rico y guarnicionado con unos puntos de yogur especiado (de remolacha-pimienta y de curry-havanero) invitando al comensal a racionar la intensidad de cada bocado.
El Spritz It Up que lo acompañó hacía una dupla perfecta para abrir bocado. Amargo pero contenido, con aromas y matices (como el del haba tonka) que lo sacan del hastío a este ya repetido aperitivo.
Seguimos el deleite con un steak tartar que va para mi hall of fame condal. Si os gusta la carne de sabores profundos y el punto trufado, seréis incondicional. Generosa pieza de culto para el carnívoro.
Fabuloso mini pepito de tenera, foie y salsa bearnaise. Ideal para no compartir. Bocado mantecoso, meloso, umami. Entrante, otro, para repetir infitas veces.
El núcleo duro de la velada lo conformaron las hamburguesas Santa Beef 2.0 a base de roast beef, miso, rúcula y panceta Joselito; y la Santa Jeanluxe Tendon Light, con su célebre carne de ternera Dry Aged, escalopa de foie gras y manzana caramelizada. Ambas con el punto de cocción exacto que pedimos.
La primera, singular, ofrece una alternativa divertida a la hamburguesa clásica con su pan de bagel y una carne de vacuno de distinta cocción, el roast beef. Una bella alternativa que encontré corta de gusto por una cocción de la carne que resulta sutil (como en el caso del roast beef) y un pan que siempre atenúa. El miso, potenciador de umami; y la panceta, de sabores, les cuesta cumplir cometido.
La segunda, un enorme placer. La carne, de primerísima calidad y de sabor intenso. Maduración óptima de 40 días. Complementada de lujo con foie y manzana, gran pareja de baile.
Los dos cócteles que Marta nos aconsejó acompañar las hamburguesas fueron el Santa Burg Garden Fizz (ginebra, flor de sauco, sirope de pepino, menta, limón y rose lemonade) y el Sour Passion, porto, licor de melocotón, fruta de la pasión, limón y clara de huevo). Refrescante y con tonos ácidos y amargos, el primero, ideal para continuar con el ágape. Recomendable para marinar con comida. Más cálido y meloso el segundo, de tragos cortos, aunque lo encontré más idóneo para una sobremesa que para acompañar bocados pesados (y que te dan sed); la acidez de la fruta de la pasión y del limón pero, conjugaban perfectamente con la hamburguesa.
El punto final, agotados pero con sitio para el postre, sucedió con una mousse de chocolate (4.90) esponjosa y afortunadamente poco empalagosa. De diez. La estética del soporte resultaba menos vistosa/poco alineada que el resto de platos que habíamos comido (un ejemplo claro: el guacamole). Aunque no afecta al resultado, llamó la atención.
RECOMENDACIÓN
La hamburguesería Santa Burg sorprende y encandila a base de producto y buena cocina. Las especialidades de carne de vaca frisona Dry Aged son su puntal pero el nivel del resto de la propuesta gastronómica y de coctelería lo encontré altísimo. Excelente producto y nivel de cocina en las elaboraciones, la estética de las presentaciones, el servicio atento y ágil, la de coración e iluminación del local, el punto exacto de las cocciones, la situación céntrica del restaurante, el nivel de la coctelería… una gran experiencia a un precio agradecido.
El tíquet medio, sin bebidas, se sitúa sobre los 20-25 euros para un entrante (desde los 4.50 hasta los 11.50), hamburguesa (desde los 8.50 hasta los 11.90) y postre (entre 4.50 y 5.00). Aunque uno sale más que saciado con entrante y hamburguesa. Los cócteles tienen un rango de precios desde los 6 hasta los 16 euros. Los que pudimos probar, llamémosles “cócteles de la casa” y que tanto sorprendieron, entre los 6 y 9 euros. Gran RQP.
Un templo para carnívoros, que seduce y sorprende a base de bien los poco hamburgueseros como yo, que ofrece entrantes para acompañar de altísimo nivel y cuya oferta en cócteles es una alegre sorpresa, ideal para maridar o bien para tomar una copa. Santa Burg, más que una hamburguesería gourmet, un bistronómico de culto a la hamburguesa.
934 871 420
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