L’Home dels Nassos, cocina creativa en el barrio de Sants de Barcelona

RESTAURANTE L’HOME DELS NASSOS
El restaurante L’Home dels Nassos fue una de las alegrías que me llevé el año pasado. Una sorprendente cocina creativa de autor escondida en el barrio de Sants de Barcelona, barrio que poco a poco se va poniendo en forma gastronómicamente hablando. Una nueva visita al restaurante de Georgina y Robert con motivo de su nuevo menú degustación de primavera (y de inicios de verano) para confirmar las sensaciones de aquélla primera cita: una degustación repleta de creatividades, sabor y estética. Alta cocina de autor a precios cariñosos.

COCINA DE AUTOR EN EL BARRIO DE SANTS
Pocas novedades respecto a las buenas impresiones de aquel primer post y muchas novedades respecto a su oferta gastronómica. El restaurante L’Home dels Nassos mantiene su vocación por la alta cocina de autor a precios contenidos, una cocina experimental que pretende divertir y sorprender pero sin enterrar el sabor. El fondo y la forma. Han terminado de pincelar su salón con los últimos elementos decorativos, una sala para no más de 10 personas y pensada para que tanto Robert y Georgina, como los comensales, puedan disfrutar al 100% la experiencia. Más novedades. Han reducido el número de menús a dos: Nit i dia amb alegria (29€) y Vol sense motor (49,50€ – 10 pases), una decisión que facilita su gestión y la decisión al comensal, pienso. Me fijo que en este nuevo menú degustación dejan como elaboración constante su sopa de pedres, un plato que creo se erige como insignia de esta nueva etapa del restaurante en Barcelona, después de más de 6 años de vida en Tarragona (sopa de piedras vimos en la primera visita, piedras vemos en la entrada del local y una piedra es el elemento decorativo de la mesa). El restaurante L’Home dels Nassos confirma una oferta de alta cocina en un barrio de Sants que gastronómicamente va creciendo con el paso de los últimos años (La Mundana, Maido, Petit Pau, Kobuta Ramen, Els Set d’en Joan…) pero que aún no contaba con una propuesta tan técnica y elaborada. La guinda del hood.
L’HOME DELS NASSOS
El nuevo menú degustación que proponen Robert y Georgina, el menú Vol sense Motor con 10 pases, es un menú que sigue la línea de mostrar mucha técnica y creatividad cogida de la mano de un buen producto. La diversión y la sorpresa vienen en el pack. Un menú repleto de texturas y colores donde la manteca de cacao goza de protagonismo, aunque a veces demasiado, creo; para realizar coberturas de muchas elaboraciones como la sopa de pedres , el magnum de atún o las perlas de mojito. Técnica por antonomasia del lugar.


Su menú degustación de primavera-verano camina por el siguiente recorrido:

un divertido entrante, las “cerezas tendidas” comprendidas por unas hojas de shiso y de capuchina rellenas de cerezas del Priorat marinadas con ajo negro y mató (requesón). Finger food estético y sabroso, mejor con el contraste de la hoja de shiso más que con la capuchina. Mezclas que me sorprenden por lo poco vistas anteriormente.

otro snack para divertir al comensal y a su paladar, con el lipstick de Colajet. Un guiño salado que emula las tres capas de sabores del helado con una mezcla marina y aromática muy interesante: crema de caviar, crema de vainilla-hinojo y una crema de anchoa.

nada mejor para representar el haber roto el hielo de la velada que con este plato, el “deshielo“: tartar de gamba roja macerada con gin tonic, crema de manzana ácida, aceite de salvia y crema de queso azul ahumado. Big big hit. Complejo, rico y bello.

un divertido magnum marino de atún bluefin, crema de melocotón en almíbar y sésamo. Un plato que juega con su textura más representativa, la manteca de cacao, para dotar el perfecto crujiente que les permite clavar la textura del helado. Un plato cuyos sabores, el del atún y el melocotón, sorprenden por su buen rollo entre ellos. Un atún, pero, que quizá queda algo escondido por la manteca y la crema de melocotón. Una elaboracíón que terminaría de revisar, pero que nos divirtió.


uno de sus platos insígnia, la “sopa de pedres” de tomillo (en la primera visita, fue de nabo curado con hinojo marino y ajo negro). Quizá uno de los platos que más me gustaron de todo el carrusel. Un plato que te evoca a sabores de entonces con formatos de ahora. Muy acertado el contraste de las temperaturas: un semifrío, la piedra, con crema de pan tostado con dados de ajo escalibado, espárrago blanco y flores de tomillo; que el comensal lo espera caliente (pues debe recordar a esa sopa de tomillo que uno tiene en la cabeza). Y así llega, y así termina, una vez se mezcla ese magnífico caldo de tomillo con la “piedra”. Una sopa con suficiente potencia gustativa y aromática para compensar el golpe graso de la cobertura de manteca de cacao.

acompañándola de la “siesta en el mar“. Unos mejillones acompañados de cabracho a baja temperatura, arroz inflado (la arena), salicornia y micuit de hígado de rape. Plato marino lleno de elementos envolventes, 100% mar, original y cumplidor aunque la temperatura baja del mismo hace que no puedas apreciar toda la potencia de sus integrantes: o se apuesta por un plato fresco y marino o por un plato con presencia e intensidad de mar. Un buen equipo, con buenos jugadores pero que no terminaron de jugar juntos.


si en el pasado menú, el pato aparecía en forma de cracker en la alineación de snacks, en éste ocupa lugar protagonista con un plato trifásico: vuelo por el Tibidabo. Unas láminas de pato, tipo roast beef, que hay que mojar en hoisin y cubrir con polvo de kikos. Y con palillos, vuelo directo al paladar. Para resetear de la “noria”: unas uvas texturizadas con polvo de vinagre; y unas cortezas de leche y ralladura de lima. Casi nada. Toda una gincana que te hace participar y dosificar sabores e intensidades. Quizá la temperatura del pato nos pareció algo baja, pero cuando uno pierde el tiempo sacando fotos por doquier… puede ser que la negligencia sea propia. Riquísimo mundo de contrastes y estupendo plato. Estético y juguetón: un pato Pekín, con firma propia. Aunque sigo enamorado de ese cracker de antaño…

entrando en territorio dulce con un precioso, delicioso y divertido postre: el rusc (la colmena). Área, la dulce, que cuesta que me entusiasme, pero que con este texturas de miel lo consiguieron. Una “colmena” de chocolate blanco que guarda un cremoso de néctar de miel con sake, daditos de jengibre confitado y cripsy de polen. Al lado, una vela con “cera” de aceite de oliva con miel que había que derramar sobre el cremoso, mezcla y disfrutar. Antes de empezar y para limpiar el paladar, media flor eléctrica (ración perfecta) que aquí cumple a la perfección: cortocircuito controlado para olvidar el pasado y reiniciar el hambre para lo venidero. Hit.


y terminando con un trampantojo dulce, los “cerezos en flor“. Un falso nigiri de territorio dulce con un precioso, delicioso y divertido postre. Área, la dulce, que cuesta que me entusiasme, pero con su texturas de miel lo consiguieron. Un cremoso de chocolate blanco con crispy de miel acompañcera de miel que había que derramar sobre el chocolate. Antes de empezar y para limpiar el paladar, media flor eléctrica (ración perfecta) que aquí cumple a la perfección: cortocircuito controlado para olvidar el pasado y reiniciar el hambre para lo venidero.

El punto final, el digestivo en píldora, el fin esferificado. La amnesia. Unas cápsulas que esconden una mezcla líquida “amojitada” para limpiar todo el campino recorrido. Una esfera de bella factura que deja al comensal con un buen y largo sabor de boca para cerrar el circuito que es este menú del restaurante L’Home dels Nassos.

Un menú que vuelve a sorprender, a hacer participar, a divertir y hacer disfrutar. Como con todos los degustación, platos súper redondos y otros que quedan en inevitable segundo plano. Un menú degustación y una experiencia gastronómica que mantiene el alto nivel que encontré en aquella primera visita de septiembre. Platos como la “sopa de pedres”, el “rusc”, el pato o el “deshielo” son aún recuerdos muy vívidos de un menú muy trabajado. Toda una experiencia que recomiendo siempre a amigos y conocidos gastrónomos amantes de la gastronomía y curiosos de la alta cocina (pero de la que se preocupa por gustar en boca). Su relación calidad-precio es una apuesta por lo honesto y lo sensato, su menú degustación se sitúa así entre los mejores de Barcelona. Y es que por 49,50€ no se puede más por menos.
El trato, el servicio, el cariño al compartir este menú con los comensales, la calidez de la sala y el ambiente íntimo que se consigue en un local tan personal y familiar es el climaterio perfecto para una experiencia gastronómica como la que ofrecen Robert y Georgina. La cocina de autor del barrio de Sants de Barcelona, su restaurante.
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