Marimorena (2017)

08830 Sant Boi de Llobregat
(ver mapa)
Martes a Domingo de 13 a 16 horas
Jueves a Sábado de 20:30 a 23 horas
936 30 66 06
Tercera publicación, aunque no tercera visita, en este blog del restaurante Marimorena. Se está gestando una bonita saga anual aquí.
Y es que cuando en un entorno tan saturado y turbulento como el de la restauración en la actualidad, en el que día sí día también aparecen novedades de locales y ofertas gastronómicas, buenas y no tan buenas, uno termina volviendo expresamente y como mínimo una vez al año; es que hablamos de un restaurante de sólidas razones para ser carne de recomendación. Todo ello, desde la periferia de Barcelona, desde donde hace unos años se está cociendo una “rebelión” de fogones, con ruido y razones para abandonar la fijación de mirar hacia Barcelona cuando uno busca una excelente velada gastronómica. Marimorena puede ser uno de los restaurantes que abandera todo ello.
En la anterior publicación sobre Marimorena ya expliqué su recién traslado a una mejor localización en la Ronda Sant Ramón en la que les permitía casi duplicar capacidad y adquirir más presencia en la vía. En ésta, compruebo como Albert y Patricia han consolidado la decisión con una sala a tope de clientes y una cocina si cabe aún más sobresaliente.
A modo de resumen, recordar que la propuesta de Marimorena es la de una cocina mediterránea, sensata y honesta (utiliza cuando puede producto del Parc Agrari del Baix Llobregat y producto de proximidad, es por ello que en la facha hondea la “bandera” de Producte Fresc) pero con la singularidad que le da Albert; de producto bien vestido, cocciones coherentes y sabor.
La oferta gastronómica de Marimorena: lista para seducir
Su oferta gastronómica: mediodías laborales, con un menú mediodía de 14,50€ con fórmula tradicional (primero + segundo + postre/café + bebida) y un menú gastronómico de 25€ (3 entrantes + 1 segundo + postre). Las noches y fines de semana se puede comer con servicio de carta o bien, y desde hace pocos meses, con un menú degustación que oscila entre los 35 y los 40€ en función del producto. Podéis ver la carta en su web.
En esta ocasión, además, contaban con un interesante menú degustación basado en elaboraciones con atún Balfegó (42€ o la versión reducida por 32€), tan de moda estas semanas después de la apertura de un local en Barcelona. No obstante, y siguiendo la tradición, decidimos comer de carta y guardamos para la siguiente visita (que será pronto, la verdad) el menú degustación.
Siempre hay que mirar a la pizarra que preside la sala, allí están escritas a tiza las sugerencias del día. En esta ocasión, y para arrancar la visita, probamos los mejillones a la brasa (en Josper). Buen producto que, cocinado en una máquina como el Josper, difícilmente puede ir mal la cosa. Correcto plato al que quizá me arriesgaría un poco más con otros aromáticos e ingredientes y dotar de más personalidad o singularidad así al caldo final.
El hit de todas las visitas, y un plato que Albert se trajo del Bar Mut y que seguramente le pedirán siempre allá donde cocine, es el carpaccio de huevos fritos. Una base de yema con hilos de patata fritos, clara de huevo frito, gamba y piñones. El problema que tiene… ¡es que se termina demasiado pronto!. Pensaría un king-size para los gordos de paladar como yo.
Debido a los ojitos que me había hecho el menú de atún Balfegó, no pude resistirme a pedir el tartar de atún que también tienen en carta. Ligeramente ahumado, se presenta sobre una base de rúcula y algas, un verde que redondeaba el plato. Además, tanto para romper visualmente como para aunar los dos ingredientes, una acertada y sutil emulsión de soja. Delicioso.
Podría decirse que pariente del carpaccio de huevos fritos, como último entrante para compartir (éramos 4) pedimos el huevo a la romana con calamarcitos y tinta. Otro hit egg-celente que se basa en unos deliciosos calamarcitos encebollados y con su tinta a los que se le añade un componente crujiente-cremoso, el huevo a la romana. Importante acertar en su cocción para no cuajarlo y perder la yema (vital para dar melosidad al plato). Y lo logran.
Ya en territorio duro, en los segundos, los pies de cerdo deshuesados a la brasa con samfaina y ceps sedujeron a dos de los comensales y la razón se puede ver en la foto. Una deliciosa “placa” de pies de cerdo deshuesados marcada en el Josper, aportando el vital crujiente que servirá para equilibrar el plato. La samfaina y la glace de cerdo juegan a equilibristas también, aportando intensidad de sabor la salsa y frescor y aroma las verduras. Un plato tradicional, puesto al día y de lagrimón.
Si el carpaccio de huevos fritos no se salta una visita, cuando hablamos de platos principales lo mismo ocurre con su rabo de buey deshuesado. Servido sobre una base de estupendo puré de patata, un generoso lingote de rabo de toro cocinado a baja temperatura, deshuesado y perfectamente marcado en el Josper descansa encima. Los accesorios de este hit son una brutal glace de ternera y una teja de patata. Crujiente y umami. Bonita pareja. Excelente.
Segundo capítulo Balfegó, en esta ocasión con unos dados de lomo de atún con ensalada de algas. Cocinados a modo de tataki en brasa, acompañados de una base de rúcula y algas, y una gelé de fresas. Quizá me esperaba un poco más de esta elaboración, que ni por textura (sobrecocción) ni por guarnición (es la misma que la del tartar) llegó a cumplir las expectativas. Lástima.
Y sí, aunque más por gula que por hambre, hubo sitio para postres. Decidimos compartir un par de ellos entre los cuatro y los finalistas fueron el coulant de chocolate con helado de vainilla y el crujiente de plátano, chocolate blanco y pistacho. El coulant lamentablemente llegó sobrecocido (a modo de brownie) mientras que en la mesa de al lado llegó perfecto, por lo que no se trata de no saber elaborarlos sino de no vigilar su cocción. Creo cuando el postre cuesta 7€, éste exige salir de diez, y más siendo una elaboración habida en toda carta.
El crujiente, pero, es un postre recurrente que solemos pedir y que nunca falla. Curioso para alguien a quien no le gusta el plátano. Un plátano horneado que junto a una crema de chocolate blanco sirven de relleno para una delicada masa filo marcada en horno y chispeada con pistacho. Excelente forma de terminar.
Sin el tíquet final para compartirlo, la comida para 4 personas con botella de vino más bebidas y postres, con invitación a café, salió a 160€ (40€ por persona).
Precio medio más que razonable para el tipo de oferta gastronómica, producto, sala y servicio… y para la cantidad de platos que pedimos. Sin lugar a dudas, una necesaria recomendación para los que aún necesiten un motivo para salir de Barcelona para comer genial.
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