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Gula Bar, las tapas más rebeldes de Barcelona

Gula Bar es uno de mis restaurantes de tapas de Barcelona favoritos. Después de mutar a pizzería pop-up anticovid, que vuelvan a cocinar sus tapas rebeldes me pone feliz y tonto. Platillos y tapas suculentas en este GulaBar, hermano pequeño y travieso de Santa Gula y familia (Can Gula, La Burguesería, Garden Pizza).

El mismo pero distinto. El fondo pero con distinta forma. Aires industriales y urbanos. Pecaminoso lugar con poca luz y cálida, neones… con una cocina más risky y viajada. Para compartir y disfrutar bocado tras bocado con amigos, compañeros, parejitas o Tinder dates.

Nunca un nombre dijo tanto.

Gula Bar tapas Barcelona carta

gula bar

carrer del Dr. Rizal, 20 (Barcelona)
www.gulabar.com
20-30 euros
de Martes a Domingo de 13 a 16 / 18 a 23

gula bar, el hermano pequeño y gamberro de santa gula

A diferencia de su “hermano mayor”, donde la cocina es de mayor calibre, más “de mediodía” o más mediterránea; en Gula Bar, tanto la disposición del local, como la cocina abierta o su propia carta ya dan pistas de lo que allí se pretende cocer: un showcooking constante de culinarias, sabores, texturas en pequeño formato.

Una carta aparentemente corta pero que engaña a placer: muchas tapitas, bocados y platillos que harán la decisión complicada. Muchas propuestas interesantes y con aperente intención de dar muchas alegrías. Una visita a Gula Bar se salda gloriosa con unos 5-6 pases para 2 personas. Munición más que suficiente para disfrutar la experiencia y salir con la barriga y la cartera contenta.

Arrancamos el festín con unas deliciosos mejillones de roca con escabeche de yuzu (5,90€). Jugosos y tiernos, cocción sutil. Escabeche emulsionado para comer a cucharadas. Las croquetas jamón (5€) son claramente candidatas al hall of fame de la ciudad, junto a las de Osmosis. Melosas y líquidas, como un masaje, y un sabor profundo a jamón que perdura en el bocado. Una lámina finísima del mismo cubre la croqueta, dotando de estética, de sabor y color.

También nos recomendaron no perdernos su crema catalana de maíz, foie curado y avellanas tostadas (5,90€). Y hay que agrader tal sugerencia. Este falso postre endulza lo justo y encandila con la intensidad del maíz (la crema sólo lleva éste). El lujo en las notas lo pone un foie curado equilibrado a la perfección con el azucar quemado y las avellanas tostadas. Suave y crunchy. Un hit. Amarillo que te pillo.

Luego vino la munición de alto calibre. El tartar de atún rojo, aguacate ahumado y arroz salvaje crujiente (7,60€) es toda una promesa de placer. Algo incómodo de comer (el alga se pega al soporte metálico, tirando parte del arroz cuando se logra desenganchar) pero toda una maravilla de fingerfood. La calidad del atún se percibe desde el primer bocado.

No podíamos irnos de Gula Bar sin probar uno de sus platos emblemáticos. El bikini de rabo de vaca estilo vietnamita (5,90€) es la tapa perfecta para describir el core de este restaurante. Un guiso de aquí, hecho a la perfección, en formato tapa/fingerfood y con toques de “allí”. Anís estrellado, clavo, jengibre… Plato estrella.

Original el “nigiride aguacate en tempura, ventresca de atún a la brasa y ajo negro (8,60€) aunque no terminó de convencernos el equilibrio de la tapa. El aguacate y la fritura, además de lo graso de la ventresca hacen de este nigiri algo pesado. Quizá menos cantidad de aguacate, buscar un crujiente distinto al de la fritura, buscar una salsa que acidule el conjunto.

Y por último, su mollete de calamares a la andaluza, coco y siracha en pan de curri (4,20€). Un compendio internacional bien avenido, especialmente interesante ese pan que divertía el conjunto. Colores, texturas, aromas, sabores… de todo. Quizá le añadiría más presencia de emulsión para equilibrar lo crujiente del calamar y lo gratamente denso del pan. Las notas de menta, más picada aún (y más homogenizado el bocado). Muy bueno.

Llegamos derrotados al momento dulce, pero siempre hay hueco para el dulce. Disfruté mucho de su cheesecake con toffee, piñones garrapiñados y trigo inflado (6,20€). Un pastel de queso para los que nos gusta el queso (fuertote el sabor, endulzado con toffee y equilibrado con el crunchy).

Pero aún más disfruté de su ¡maíz con maíz y maíz! (6,00€), un plato que si bien no presume de estético, sí lo hace de sabores y matices. Es suave, es aéreo, es diferente, es cálido, es dulce pero no empalaga (espuma de maíz), tiene notas picantes (togarashi), es también refrescante (lima), es meloso y profundo (helado de mantequilla ahumada) y tiene notas crocantes (quicos). Arriesgado, cachondo, lleno de matices y muy bueno. Calidad-precio me quedo sin dudas con éste último.

gula bar o el templo de la gula. precio y opinión

Comimos en el restaurante Gula Bar por encima de nuestras posibilidades, 5-6 pases y 1 postre para compartir se antoja perfecto para una pareja, con un tíquet final de menos de 60 euros. En GulaBar, las tapas presentan nivel de tapas de autor pero con aires informales, viajadas, llenas de sabor y colores. Lo importante es la golosidad. La gula. Un muy buen tíquet medio para una zona muy céntrica (Paseo de Gracia / Diagonal) y para una cocina de este calibre.

Si Santa Gula puede ser un lugar perfecto para disfrutar de una comida sabrosa y cargada de alegrías en un salón iluminado a través de los preciosos ventalanes del local; Gula Bar podría ser la opción perfecta para terminar una noche gastronómica llena de platillos y tapas pensadas para viajar y disfrutar. Otro must en el mapa.

¡Otro lugar en el que pecar!

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