El Mar de la Tranquilitat, tapas gastronómicas en Sant Boi
El tapeo es una actividad intrínseca a cualquier localidad de ámbito nacional. Adn gastronómico territorial. Cada ciudad cuenta con sus templos donde feligreses peregrinan al deleite de las pequeñas raciones. Desde las más tradicionales hasta las más vanguardistas y de autor. Pero eso sí, todas ellas tienen que pasar el peaje gustativo y la aprobación del comensal. Si no, simple perdigonazo pasado por una cocina.
Sant Boi siempre ha contado con un grupito de restaurantes estables, desde gastronómicos a tapeo humilde, al que desde principios de enero se sumó una agradable novedad. Coge lo bueno de los lugares de tapeo y comida informal con la técnica y el gusto de lo gastronómico. El restaurante La Mar de la Tranquilitat es ese bendito oasis gastronómico para los que vivimos en la zona del Baix Llobregat y no siempre queremos terminar pisando la ciudad condal para disfrutar de una oferta gastronómica actual.



Embutidos, quesos, patés y salazones de enormes referencias o elaborados por ellos; tapas, platillos y bocadillos divertidos, de food porn del bueno. Por y para aquellos que salen a disfrutar.
Eduard e Inma se enfrascan en un proyecto que nace de su pasión por la gastronomía, además de la formación de joven del primero, pese a dedicarse a otros menesteres. Gastrónomos confesos e inquietos del paladar que quieren ofrecer en su ciudad un lugar donde degustar productos y elaboraciones que a ellos les entusiasman. Pequeño formato de enorme sabor.
¿El nombre? El lugar donde el hombre aterrizó el hombre en 1969, el año en que nació Inma. Un mar de tranquilidad en el centro de Sant Boi donde deleitarse de bondades. Evocando el storytelling, un techo de lunares y luces corona el espacio.
RESTAURANTE EL MAR DE LA TRANQUILITAT: PEQUEÑO BOCADOS, GRANDES SABORES
El buen tapeo no puede iniciarse sin uno de los hits por antonomasia. Bravas, ensaladillas y croquetas son siempre un must en esta realidad gastronómica y, por pura apetencia del momento, me lancé a por la ensaladilla y sus dos croquetas: de gambas y de ensalada cesar. Hechas por ellos, como prácticamente toda la carta.
Las croquetas, además de generosas en su dimensión, lo son en su sabor. La croqueta de gamba (2,50€), dosis de golosidad marina. La croqueta de ensalada césar (2,50€) imita enormemente el sabor que pretende y luce coloridamente.



La ensaladilla rusa (4,90€) persiste en esa estética tan gustosa de admirar junto con una buena mano de cocina taperil. Contundente manjar bien equilibrado con la emulsión y los picos. Aquí hay una buena y tradicional ensaladilla vestida de fiesta.
O su coca de sardinas (9,90€ – 6 unidades), un enorme snack para compartir y acompañar con una buena cerveza. Una sardina de calidad xxl que le recuerda a uno cómo es comer una buenísima conserva artesanal sin sufrir plastas marinas saladas como en muchos lugares.



Para ampliar la parte vegetariana del tapeo, su hummus de edamame (3,90€) condimentado con menta es una interesante opción para dippear y aligerar la ingesta sin perder el buen ritmo
Pero su hit, aunque a la par que su surtido de tapas y platillos, es sin duda su oferta de bocadillos y sandwiches. De papada estilo cantonés, de jamón ibérico y queso comté, de butifarra de perol y queso Maó, miniburger de wagyu… o el espectacular y delicioso bocadillo en pan de brioche de soft shell crab (9,90€) que me pedí sin dudar. Goloso, crujiente, sabroso (¡qué intensidad a marisco!) y divertidamente condimentado con una suerte de salsa tártara y alga nori. Cremosidad y acento marino que le vienen como un guante.



La parte dulce mantiene el gran nivel, una prueba que pocos superan. Desde su festiva y rica espuma de crema catalana (3,90€), preciosamente servida. Una propuesta interesante para el que no quiere perderse un disfrute goloso pero quiere llegar entero a casa. Liviano placer. O su delicioso y evocador de recuerdos pà amb oli i xocolata (3,90€) hecho como mandan los cánones y abandonando los fallidos intentos de muchos en modernizar un postre que no lo necesita. Mi favorito del mundo mundial. Lo bordan.



El restaurante El Mar de la Tranquilitat tiene munición para dar y alegrar. Cualquiera de sus opciones: tapeo, platillos, salazones, embutidos, quesos, bocadillos… son todo un acierto. Distintas razones para visitarlos y descubrir Sant Boi, si todavía no se ha hecho (están situados en el precioso casco antiguo) así como enfrascarse en el buen manjar de pequeño formato.
La periferia cuando se pone chula.
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